Me gustó tu tweet. Me pareció interesante y pensé que me apetecía seguir leyéndote. Ayer activé las notificaciones en mi móvil. Creo que tus mensajes son ingeniosos y aportan valor, así que empecé a leerlos con interés.
A las pocas horas ya tenía decenas de mensajes tuyos haciendo cola en la lista de notificaciones del móvil…
Durante la noche mi teléfono móvil no ha parado de vibrar cada pocos minutos. Al revisarlo por la mañana he borrado todas las notificaciones de golpe. Sin leerlas.
Más tarde has vuelto a mandar varios tuits interesantes, pero mi móvil no para de sonar compulsivamente todo el tiempo y ya no los miro cuando entran. Cada pocas horas tengo que repetir el borrado masivo. Has mandado veinte tuits seguidos a lo largo de una hora, casi todos hablando del mismo evento “super interesante” en el que estás participando hoy. Desde el aperitivo que os han puesto hasta la charla más intrascendente. Lo has tuiteado todo. ¡Todo, todo!
En medio del maremagnum, lo reconozco, hubo varios tuits que me interesaron. Uno no tenía mayor trascencencia, simplemente era gracioso. Me gustó mucho. Está muy bien enviar ese tipo de mensajes de vez en cuando; el sentido del humor es importante. Otro aportaba un contenido interesante y un enlace para profundizar. Tambien fenomenal. Habría entendido todo lo ocurrido el evento si sólo hubieras mandado estos dos mensajes.
Pero… en medio de tanta compulsividad, confieso que ya no soy capaz de discernir los interesantes de los que no lo son. Termino borrándolos todos… Al final he tenido que desactivar las notificaciones. No puedo seguirte. Lo siento.
Esta es una historia que me ha ocurrido con varios tuiteros, y seguramente todos los usuarios de Twitter habrán vivido alguna vez.
Hay personas que se empeñan en comunicar compulsivamente. En mi opinión, enviar los mismos mensajes muchas veces seguidas (aunque tengan formatos diferentes, ligeros cambios de palabras o de construcción sintáctica) puede que te reporte cierta visibilidad hacia tus miles de seguidores, pero no sé si merece la pena. Si no te leen en el momento, a lo mejor les llegan los siguientes mensajes… pero a mí puede agobiarme. Es inmanejable tener usuarios de este tipo como favoritos, por lo que termino desactivando las notificaciones y perdiendo algunos tuits que podrían ser interesantes, inmersos en una incontenible verborrea tuitera. Un seguidor fiel menos, y probablemente muchos más en mi misma situación, potencialmente valiosos seguidores, se quedan por el camino.
Buceando por internet encuentro un excelente artículo, nada menos que del año 2012, donde ya se hablaba de este creciente problema y algunas cosas más: http://www.maytevs.com/no-seas-spam-twitter-te-vigila/
¿Y tú, qué tipo de usuario de Twitter eres? ¿Qué te parece más valioso, tener miles de seguidores a los que envías mensajes compulsivamente, o tener un grupo selecto de los que te marcan como favorito y los leen todos, valorando y retuiteando tus mensajes con interés?
Me encanta! Muy bueno! Por eso yo y Twitter aun no somos @migos
Me ha gustado mucho tu post, José Antonio, y mil gracias por mencionar el mío! Tiene ya unos años, pero sigue siendo funcional, porque nada ha cambiado en Twitter a este respecto.
Y sí que me ha pasado muchas veces lo que comentas. Yo intento evitarlo, y siempre digo que cada tuit debe ser autocontenido, que debe contar algo por sí mismo, y que si no tienes algo interesante que decir… ¡Pues no lo digas! 😉
Un saludo
Mayte Vañó
@maytevs
No sabes cómo te agradezco este comentario, Mayte. Mencioné tu artículo porque me pareció extraordinario. Yo tenía en la cabeza escribir este artículo y cuando leí el tuyo vi que era perfecto. Por el momento este sólo es un blog en pruebas, muchas gracias por haberme leído!!! 🙂
Muy bueno, José Antonio!